2. AVENTURAS SUBACUÁTICAS EN EL FONDO DE UN VASO DE TUBO
Antonia se tomó las uvas en casa de sus padres, en una cena de Noche Vieja de lo más aburrida. Lamentaba no poder disfrutarlas con Julián, su marido, con quien llevaba apenas siete meses casada, pues hubieran sido sus primeras Navidades juntos. Julián se encontraba en el sudoeste alemán, en Aachen, buscando trabajo en la factoría de automóviles donde trabajaba su hermano desde hacía un tiempo.
Después del brindis se despidió de su familia y se fue a casa de Merche, una compañera de trabajo. No soportaba la idea de pasar esa noche sola y además tenía guardia en el hospital el día de Año Nuevo. Su compañera tenía coche y también trabajaba ese día, así que irían juntas. Cuando llegó, Merche no estaba en su casa y la recibió en la puerta de enfrente junto con su vecina.
-“¡Feliz Año! Venga, ponte cómoda que Paddy celebra una fiesta.”
Antonia dudó por un momento. Si bien tenía que madrugar, no le apetecía quedarse sola, precisamente por eso se iba a quedar en casa de Merche, pero el bullicio que salía de la casa de al lado le animó a acceder a la invitación. Las risas de la gente resonaban por encima de la música, por lo que si se acostaba no iba a poder dormir.
-“Que es una copa, mujer”, intervino Paddy.
Dejó el abrigo en casa de Merche y se sumergió en el alboroto de la fiesta.
En la primera copa todavía flotaba una densa capa de responsabilidad que le hacía contar las horas que quedaban hasta el momento de irse a trabajar. Pero miraba a Merche y la encontraba completamente desinhibida disfrutando de la fiesta con sus vecinos, por lo que decidió imitarla y relajarse. En la segunda copa apareció otra capa más densa: la de la culpabilidad por estar pasando la Noche Vieja en una fiesta sin su marido. Pensó que seguramente él se sentiría igual allí en Alemania.
Habiendo consumido todas sus preocupaciones y tras el primer trago a su tercera copa, se dejó llevar hacia el fondo de ésta. Nadó entre los hielos por los que se escurría aquel delicioso licor y se sintió tan bien allí dentro que permaneció observando los movimientos de la gente a través del fondo del vaso. A partir de ese momento la música y el alboroto perdieron presencia en sus oídos y fue su risa la que pasó a un primer plano. El siguiente momento que recordaría sería el de estar abrazada a la taza del inodoro y la ducha de agua fría que vino a continuación. Después le colocaron el albornoz de Paddy y Merche se la llevó a su casa.
Ya en la cama y nada más oír la puerta cerrarse tuvo que levantarse corriendo a vomitar parte del alcohol ingerido, y cuando vio que eran solo las tres de la mañana estuvo tentada de volver a la fiesta, pero un movimiento brusco le trajo de vuelta el mareo y volvió directamente a la cama.
COMIDA MARIDAJE GRAMONA
Hace 14 años