martes, enero 05, 2010

Feliz Año Nuevo

1. PRIMER INTENTO (I)

Manuela percibió el ruido de la cerradura como un estruendo que no adelantaba nada bueno. Tomó en brazos a la pequeña y corrió hasta la puerta, que se abría llenando de frío el pasillo. Cuando vio entrar a su hija con la misma expresión y la misma tripa que cuando se fue dijo:
-“¿Qué pasa, hija?”
-“Por lo visto no estoy para parir”, respondió Paquita, como no si fuera tan grave.
-“¡Sabrán ellos mejor que tú!”
-“¡Qué van a saber si estaban todavía de cachondeo! La enfermera que me dijo que volviera a casa. Llevaba un gorrito de fiesta y no entendí nada de lo que me dijo hasta que no se quitó el mata-suegras de la boca.”
Ahora Manuela preguntaba a Paco, su yerno, desesperada por la parsimonia de su hija, que no parecía nerviosa a pesar de los contratiempos:
-“¿Y habéis necesitado todo el día para que os digan eso?”
-“No, mujer. Hemos estado parados una hora y media en Canillejas, había un control de la policía por lo de Carrero blanco.”
-“¿Y no has hecho nada?”, Manuela no se daba por vencida.
-“¿Qué podía hacer? Le dije a uno que llevaba a mi mujer embarazada al hospital, pero se acercó al coche, miró dentro, observó el tráfico y dijo que teníamos que esperar.”
-“¡Ahora resulta que todo el mundo, menos mi hija, sabe si está a punto de dar a luz o no! ¿Qué te hubiera costado haber hecho un poco de teatro, hija? ¡Joder, que pareces primeriza!”
La pequeña Úrsula contemplaba la escena boquiabierta, en brazos de su abuela primero, en los de su padre después y en los de su madre, que la devolvió a Manuela. Desde allí, casi imperceptiblemente dijo:
-“¿Y mi hermanito?”
Nadie contestó a la niña, porque en ese momento apareció Bernardo, el padre de Paquita. Manuela transmitía su estado de nervios a todos los que aparecían por la casa.
-“¿Dónde andabas toda la tarde? ¡Que tu hija esta a punto de darte un nieto!”
Bernardo miró a su hija y le dijo:
-“¿Todavía no os lo han dado?”
Manuela fulminó con la mirada a su marido y olisqueó su ropa. En el proceso descubrió un agujero causado por una quemadura del que asomaba el bigote de una gamba. Resignada preguntó:
-“¿Por qué no apagas la mecha del encendedor antes de guardarlo en el bolsillo?”
Sin contestar y antes de que su mujer formulase la referente al bigote de la gamba, sacó del bolsillo horadado un grasiento paquete de servilletas que, efectivamente, escondía media docena de gambas. El grito que Manuela contuvo se convirtió en un terrible dolor de cabeza. Su pulso era perceptible en una vena que surcaba su frente. Solo consiguió tranquilizarse al ver que ya no tenía a su nieta en los brazos y no recordar haberla dejado en su silleta. Entonces Bernardo aprovechó para explicar lo de las gambas:
-“¡Hay que ver cómo ha subido todo! ¡Qué año nos espera! Esta es la tapa que me han puesto. ¡Ahí la iba a dejar, con lo que me han cobrado!”
-“Seguro que no era la tapa del primer vino, ¿eh?”, contestó Manuela harta las cosas de su marido.
Paquita no pudo evitar soltar una carcajada por la ocurrencia de su padre y la reacción de su madre, que volvía a bombear sangre al cerebro a través de aquella vena desafiante.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Clap, clap, clap!!! Ahora lo que aletean son mis manos en ademán de aplauso....!!!
Me ha encantado y me ha enganchado...escribes genial!
Un abrazo
Camino

Alfonso dijo...

Muchas gracias! Por fin un comentario! Espero que el cuento completo también te guste. El martes más.
Otro abrazo.

Juan Rodríguez Hoppichler dijo...

¡Vamos! ya sabe que le seguimos muchos.

Alfonso dijo...

Tengo que darle caña al blog.

La Sombra del Mal dijo...

Bueno Harfon, esta novela por entregas comienza de forma prometedora.

Espero avidamente la segunda entrega.

Afila bien el lapiz.