lunes, septiembre 18, 2006

Aprenda a tocar la batería

Anoche asistí al concierto de Alamedadosoulna en las Fiestas de Barajas y me di cuenta de muchas cosas, tantas que me perdí bastantes detalles de la actuación. Empezó puntual a las 22:30h y sus diez componentes, desde ese momento, empezaron a agitar sus columnas vertebrales al ritmo que marcaban batería y bajo. Digo sus columnas tan solo, porque las extremidades las tenían ocupadas en mantenerse de pie las inferiores y en sostener y/o tocar sus instrumentos las superiores. Este grupo no es más que otro por tener tan ocupado su cuerpo en este tipo de espectáculos y no conseguir aburrir, por lo visto tiene que ser así y la mayoría lo consigue. Es más, hay gente que opina que para dedicarse a eso hay que estar especialmente capacitado aunque hay muchos que no siendo virtuosos se empecinan en hacer de esto su motor existencial. Como decía, el espectáculo empezó a la hora prometida pero yo no lo vi, porque no fui puntual (joder, por una vez que es el grupo el que tiene que esperarme a mí...) Habíamos quedado con más gente a las 22h en la caseta de IU (sí, qué pasa) y llegaron cuando quedaba algo más de media hora de concierto, así que, esperándoles, nos perdimos, Soulbrown, La Sirenita Maya y yo, la interesante puesta en escena a que estamos acostumbrados los que en más de una ocasión hemos formado parte de su respetable audiencia. Lo que son las cosas, hasta que no llegó el resto (Rominho Power el primero y Ciudadanas del Mundo con Acaparaimágenes después) no disfruté del concierto: ¡¡SOY IMBÉCIL!! Y es que soy quien sirve de referencia a la hora de quedar, debido a la magestuosa longitud de mis fémures y otros huesos no tan largos. De todas formas, también anduve buscando entre la gente caras conocidas del instituto. El caso es que distraigo fácilmente. A pesar de todo, lo que presencié era bastante parecido a lo que mostraron en el anterior concierto que vi, el año pasdo en el Gruta77 (todavía no entiendo cómo entraron todos en el escenario). Pero la última media hora ocurrió algo que me estremeció: un sketch de un método rápido para aprender a tocar la batería. Aquí demostró uno de los saxos del grupo que tiene un cerebro en cada extermidad, además del que tendrá seguramente dentro del cráneo. Primero confesó a su público que, a pesar de tocar el saxo desde pequeñito, la ilusión de su vida es aprender a tocar la batería. Muy oportuno, uno de sus compañeros le regaló un método rápido y manos a la obra. Comenzó una voz a dar las instrucciones. Al contrario que en otros métodos, éste no traía de regalo más que la cinta de las instrucciones, ni batería ni nada. Se puso en posición como le dictaba, y empezaron a sonar los elementos de una batería como si fuera él quien los tocaba y no una grabación, lo que era realmente. Eso lleva muchísimo ensayo, seguro. Cuando empezaron a sonar más elementos a la vez, cuando empezaba a sonar un ritmo básico, se le acerca el mismo de antes y le ofrece un vaso de agua; el aprendiz lo rechaza de primeras, pero luego acepta; al coger el vaso deja de sonar el elemento que ese brazo aporreaba (en el aire). Era como cuando escuchas una canción y haces que eres tú el batería, tocando en una imaginaria, con la diefrencia de que el aprendiz, cuando para el pie del bombo, por ejemplo, deja de sonar el bombo. El acabose llegó cuando en mitad de un ritmo algo más compuesto, aparece su backline (asistente de intrumentos en el escenario) con una raqueta de ping-pong. Bueno, bueno, bueno. Sigue su pie derecho "tocando" el bombo, el izquierdo el Charles (dos platos atravesados por un palo, para que me entendáis), la mano derecha "geolpeando" la caja y la izquierda jugando al ping-pong con un rival inexistente. Luego, sonaba la batería al completo, solo que sustituyendo los golpes de la baqueta derecha en el charles por el sonido de una pelota de ping-pong imaginaria golpeando a la raqueta y a la mesa de ping-pong imaginaria. ¡Y NO SE LE IBA EL RITMO! Porque el sonido de la pelota no tenía ningún ritmo, o sea que... ¿habéis intentado alguna vez bailar sin ritmo? Es imposible, ¿verdad?, a no ser que seas un negao Pues este lo hacía y con otras partes del cuerpo sí lo llevaba. En fin, menuda destreza. Me encantó.
Así que, cuando podáis, si en las fiestas de tu pueblo tocan, si están cenando en la mesa de al lado tuyo en la cena de navidad de tu empresa, si asistes al aprendiz en un accidente de tráfico sin consecuencias negativas, si atracas una farmacia y delante de tí, pidiendo, está éste, en fin, si podéis, id a un concierto de Alamedadosoulna o entrad en su página web www.alamedadosoulna.com.
Hala, ya lo he dicho.

Lunes 18/09/06 00:10h
Harf

jueves, septiembre 14, 2006

Domingo, Lunes... (2)

A pesar del calendario, y habiendo decidido simplemente no perder ojo a los días de la semana (vi que eran siete), pasaron semanas hasta que empecé a sentir la inutilidad de mi nuevo y flamante quebradero de cabeza. Y todo por culpa de mi indisciplina y mi total ausencia de fuerza voluntad, heredadas de mi anterior etapa ignorante de la vida pero feliz al fin y al cabo. En pocos días me encontraba en tierra de nadie, echando de menos mi despreocupación anterior y viendo mi caída libre hacia las encorsetadas medidas de la sociedad, como el paracaidista que salta y en el aire decide regresar al avión, sin éxito, claro.
A partir de ahí fue todo un desastre. Llené mi casa de calendarios y relojes. Qué locura, por Dios. Una tarde, sentado al calor del brasero de la mesa camilla, me quedé dormido y al despertar sobresaltado por los timbres de todos los relojes di una certera patada al brasero que fue prendiendo fuego a cada calendario: el de Ambulancias Marina, primero; luego el de El Jueves, El de Maitena, el de Pirelli... Cómo lloraba. Me sacaron a tortas los vecinos y determinaron las autoridades que fue un intento de suicidio doble: por un lado el quedar dormido respirando el CO2 que liberaba el brasero, y por otro el incendio de colosales dimensiones. Nadie creía mi versión de los hechos. Dos fornidos celadores me acompañaron a mi nuevo hogar, un edificio enorme con una decoración muy fría para mi gusto a pesar de lo acolchado de las paredes. Había muchas personas que vigilaban el correcto cumplimento de las normas del casero, y muchísimos vecinos. Me alegré bastante de ver que tenía muchas cosas en común con mis vecinos, por distintos motivos todos nosotros nos habíamos convertido en despojos de la sociedad, gente inadaptada. Intenté crear una sociedad nueva con todos nosotros pero pronto me di cuenta de que era imposible, la gente iba completamente a lo suyo y nunca llegamos a ningún acuerdo. Creo que estaban todos locos.


Harf

domingo, septiembre 10, 2006

Domingo, tarde.

Si yo lo único que quería era contar cómo iba mi tarde de domingo, y como veía que iba a ser como todas e iba a acabar lamentándome (lameteándome) por no haber hecho nada provechoso, he decidido hacer caso a Agus y a Dani y hacerme un blog. Luego he empezado a escribir y me ha salido éso. Espero que os guste y que me habitúe a continuarlo y a seguir escribiendo.
Me iba a poner a leer, pero he puesto música para simultanearlo y al sonar "Pass The Hatchet", del último álbum de Yo La Tengo, una barbaridad de casi diez minutos de ordenadas estridencias sobre un bajo machacón e himnótico, me he olvidado por completo de la lectura, he levitado hacia el ordenata, que emitía ese humazo sonoro, y me he puesto a escribir.
En principio iba a hablaros de que era el último domingo de mis vacaciones , de lo que iba a estar escuchando, de lo que suponía volver al curro (nueve sías después, tampoco es para tanto), etc.
Bueno, pues el Betis ha ganado 3-0. No sé qué ha podido pasar.

Domingo, lunes...

Hace años odiaba los domigos.
Poco después los perdí.
Y ahora echo de menos aquellos domingos en que odiaba los domingos.
Que conste que era lo único que odiaba entonces. Ni siquiera me odiaba a mí mismo, me estaba conociendo y, para lo que solía, estaba siendo bastante paciente, me estaba dando una oportunidad tras otra. Para mí no era odioso odiar los domingos.
Cuando creí conocerme, o estaba empezando a reconocerme, estaba tan ilusionado con esta idea que me olvidé por completo de los domingos, a los que tanto odiaba. Sabía que existían, pero nunca me acordaba de reparar en ellos, estaba tan ocupado en amar, eran tan diferentes todos aquellos días, que los olvidé. Mi vida entonces, como decía, era muy satisfactoria (lo sigue siendo, creo) y ni siquiera se me había pasado por la cabeza reparar en qué día vivía, y, por lo que podía comprobar, no había pasado nada raro durante ese tiempo que hubiera hecho sospechar a la gente que me encontraba en otra dimensión temporal, o en ninguna, para ser correctos. El miedo a hacer un ridículo espantoso por culpa de mi atemporalidad me puso en la estúpida obligación de, si no tenerlos en constante vigilancia, sí en echarles un vistazo de vez en cuando para por lo menos saber moverme en la sociedad sin levantar suspicacias.
Para guiarme en este follón no tenía más que ojear un calendario y ahí lo tenía, los días en el orden que aun recordaba, con su nombre correspondiente, según mi memoria corroboraba a tiempo real.

Harf.

(continuará)*




*Es que, si sigo con la historia (que no tiene continuación física, que espera a ser escrita) os puedo meter una parrafada infumable y yo seguramente quedarme seco. ¡Hala pues!