domingo, septiembre 10, 2006

Domingo, lunes...

Hace años odiaba los domigos.
Poco después los perdí.
Y ahora echo de menos aquellos domingos en que odiaba los domingos.
Que conste que era lo único que odiaba entonces. Ni siquiera me odiaba a mí mismo, me estaba conociendo y, para lo que solía, estaba siendo bastante paciente, me estaba dando una oportunidad tras otra. Para mí no era odioso odiar los domingos.
Cuando creí conocerme, o estaba empezando a reconocerme, estaba tan ilusionado con esta idea que me olvidé por completo de los domingos, a los que tanto odiaba. Sabía que existían, pero nunca me acordaba de reparar en ellos, estaba tan ocupado en amar, eran tan diferentes todos aquellos días, que los olvidé. Mi vida entonces, como decía, era muy satisfactoria (lo sigue siendo, creo) y ni siquiera se me había pasado por la cabeza reparar en qué día vivía, y, por lo que podía comprobar, no había pasado nada raro durante ese tiempo que hubiera hecho sospechar a la gente que me encontraba en otra dimensión temporal, o en ninguna, para ser correctos. El miedo a hacer un ridículo espantoso por culpa de mi atemporalidad me puso en la estúpida obligación de, si no tenerlos en constante vigilancia, sí en echarles un vistazo de vez en cuando para por lo menos saber moverme en la sociedad sin levantar suspicacias.
Para guiarme en este follón no tenía más que ojear un calendario y ahí lo tenía, los días en el orden que aun recordaba, con su nombre correspondiente, según mi memoria corroboraba a tiempo real.

Harf.

(continuará)*




*Es que, si sigo con la historia (que no tiene continuación física, que espera a ser escrita) os puedo meter una parrafada infumable y yo seguramente quedarme seco. ¡Hala pues!

3 comentarios:

Pinturero dijo...

Enhorabuena por atreverte a ser tan sincero. Buena parte de lo que escribes me ha resonado hasta el punto de hacerme rememorar tus domingos como propios.
Me encantará leer la continuación.
Un abrazo.

La Sombra del Mal dijo...

Veo que tus vecinos te han influenciado a la hora de poner titulo al blog.

No me gustan los argumentos enrevesados, peero prometo no criticar hasta haber leido la historia completa.

Un abrazo

Alfonso dijo...

Coño, no había caído en los de los Cárpatos! En el título me refiero a los párpados, pero lo otro mola más. Es ocurrencia del Tonet. Y la otra es que mi barrio es Bucarest del Jarama.
De todas formas, tenía pensado esperar para hacer el blog a que se me ocurriese otro título más chulo, pero así no hubiera empezado nunca. Así mejor, qué más da el título! Y su contenido!