jueves, diciembre 25, 2008

Cupido

“En Inglaterra el pueblo les atribuye a los elfos las flechitas de sílex, que la ansiedad de los antropólogos prefiere adjudicar al hombre de las cavernas, ente que muy pocas personas han visto: cosa que no sucede con los elfos, que hasta los borrachos conocen por haber frecuentado”

Jorge Luis Borges




El blanco impoluto del vestido contrastaba con mi piel oscura y rugosa, los detalles dorados hacían ofensiva mi fealdad y a pesar de ir armado con un arco y una flecha de sílex no pude defenderme de la explosión de risa en que se convirtió el interior del roble cuando entré en la fiesta.
- ¡Parece un gnomo albino!, Acertó a decir alguien prolongando el cachondeo un rato más.
La única que no participó en la mofa fue Siuxi. También iba completamente de blanco, con un vestido de gasa, vaporoso y hecho jirones. Es casi más negra que yo y el contraste era especialmente siniestro. Cuando la gente se empezó a olvidar de mi aspecto, Siuxi tomó dos vasos de brebaje, me alcanzó uno y le dije:
- ¿Esperabas turno para reírte de mí? Gracias de antemano por hacerlo discretamente.
- Me gusta tu disfraz, ¿sabes de qué vas vestido?
- ¿De elfo inglés?, dije nada convencido.
- Es una versión élfica de un dios humano, una especie de dios del amor.
- Eres rara de cojones, Siuxi.
- Vas disfrazado de Cupido, dios del amor en la mitología romana, creador de amores y pasiones entre los humanos. Los grabados que hay en la corteza de algunos árboles, esa especie de hoja de nandumbu atravesada por una flecha, tiene algo que ver con todo esto: La hoja representa al corazón de los humanos y la flecha, atravesándolo, el enamoramiento.
- Das miedo, tanta mitología dentro de la mitología me pone los pelos de punta. Continúa.
Fuimos a por otro trago y salimos del roble. Su sabiduría, su amabilidad y mi poco aguante con el alcohol me llevó en volandas tras ella, cuyo atractivo empezaba a parecerme cada vez más evidente: el vello de sus pies apartaba las hojas, sin dejar que rozaran su piel, con una gracia irresistible. No conseguimos alejarnos mucho porque cada poco volvíamos a por otro vaso de brebaje.
Su charla sobre mitología humana se mezclaba en mi cerebro con unas ganas locas de poseerla, pero mi primer acercamiento se vio frustrado porque sin darme cuenta llevaba la flechita del disfraz clavada en el trasero. Ahora Siuxi no tuvo reparos en reírse y tentado estuve de abalanzarme sobre ella cuando se dejó caer panza arriba debilitada por la gracia que le hacía la situación.
De repente un ruido sordo cortó su risa (por fin) y un rostro gigantesco asomó entre los árboles. Después, una mano no menos abominable intentó apresarnos. Su aspecto era parecido al nuestro aunque con menos vello visible y rasgos menos afilados. Lo más parecido a nosotros era su aliento. Tomé a Siuxi del brazo y corrimos a escondernos. Ella quedó tan fascinada con la aparición que casi tuve que llevarla a rastras. Detrás de un árbol vimos cómo el ser gigantesco resoplaba, se desplomaba en el suelo y empezaba a roncar.
A salvo en el roble, mezclados en el alboroto de la fiesta, nos servimos otro vaso de brebaje. Al ir a sentarme y sentir el pinchazo de la flecha en mis posaderas Siuxi despertó del éxtasis reanudando su risa y yo me concentré en la idea de seducirla. Ya no volvimos a hablar del asunto del gigante.

2 comentarios:

Juan Rodríguez Hoppichler dijo...

ya veo...un blog tiene algo de "work in progress" permanente

Alfonso dijo...

He conseguido ponerme más de cinco minutos delante del ordenata y he encontrado las cosas que buscaba. Hasta el punto de agobiarme pensando que los textos, lo que realmente quiero mostrar, queden en un segundo plano. Gracias por animarme a hacer el blog un poco más entretenido.