martes, diciembre 16, 2008

Santa Claus revisando albaranes

Queridos Reyes Magos:

No recuerdo la última vez que os escribí una carta, ni si hubo alguna antes si quiera, pero este año necesito hacerlo. Tenéis que saber que me mola más lo del amigo invisible, que es más económico, más adulto y más creíble. Por un lado me da igual dejaros tirados, pero tampoco me alegro. La sensación es la misma que cuando pierde el Madrid: primero me alegro, me hace gracia, pero luego me da palo por mis amigos madridistas. La verdad es que no perdono haberme enterado a través de mis padres; no soporto que no tuvierais el valor de decírmelo vosotros mismos, Sus Orientales Majestades. También es verdad que mis padres tuvieron poca delicadeza, les pasasteis un marrón muy gordo. Si al menos hubierais estado cuando nos lo dijeron. Fue en Las Palmas. Nos compraron un cochecito a pilas que cambiaba de dirección al dar una palmada y dijeron: "Hala, ya está, los reyes son los padres". Mi hermano y yo miramos alternativamente al juguete y a ellos durante unos segundos y nos pusimos a jugar sin darle más importancia. Pero que sepáis que los 19 años es una edad muy difícil para recibir información sin un mínimo de tacto. ¿Qué os costaba supervisar la operación? Obviamente lo del Ratoncito Pérez y Santa Claus dejó de existir en ese mismo instante.

Pero no quiero que el tono de esta carta sea tan amargo, al menos voy a sacudir también a Santa Claus. Cuando éramos pequeños jugábamos a pedirnos los anuncios de la tele. Una vez, después de unos cuantos cortes publicitarios temí que Santa Claus me leyese el cerebro. Cuando me tocaba elegir un anuncio y de repente era el de un perfume de mujer, me acojonaba que Santa recibiese la información y me trajese el perfume. Me pasaba las noches en vela. Me obsesioné tanto que la mañana del 25 de diciembre, cuando descubrí tras el envoltorio un Airgamboy, la gasolinera de Playmobil o un balón, me desilusioné muchísimo: Me había hecho a la idea de recibir el perfume de mujer. Por lo tanto mi experiencia con Papá Noel fue un desastre. Y ahora me hace gracia cuando hacen películas sobre él y aparece como una celebridad, como alguien importante. Vamos a ver, ¿por qué le ponen siempre como si fuera el jefe de algo, como un explotador de elfos? Esas criaturitas curran como enanos (elfos) en un almacén de un polígono industrial de Laponia, que tiene que hacer un frío que te cagas allí dentro, es verdad, y lo mismo Santa viaja porque tiene más antigüedad, no lo se, pero de ahí a creer que es el jefe... ¿De verdad pensáis que ese gordo es el mandamás, que tiene la oficina en la parte de arriba de la nave? Yo no lo creo. ¡ES UN PUTO REPARTIDOR! Y si lo es ¿quién archiva los albaranes allí arriba? ¿Quién gestiona las entregas? ¿Dios? ¿A qué edad se entera uno de que Dios son los padres?

2 comentarios:

Unknown dijo...

Mis Reyes fueron expulsados al limbo de lo fantástico por culpa del hermano mayor de un amiguito.

-¿Qué te van a traer los Reyes?- Le pregunté a mi amigo Valentín.

Su hermano Agustín, unos cuatro o cinco años mayor que nosotros, presente en ese momento en la misma estancia junto con mi madre, dijo entre risas:

-¿Aún crees en los Reyes?

Sinceramente ya tenía alguna sospecha. Y no me costó conectar A con B y recordar los cabreos que se pillaba mi madre cuando entraba por sorpresa en su habitación y la sorprendía hurgando en la parte superior de su armario en fechas previas al 6 de enero.
Así que pegando un brinco, le dije a mi madre:

-¡Lo sabía!

Fue la primera vez que vi a mi madre tratar a un niño con tan poco tacto:

-¡Agustinín! ¡Te podía haber callado la puta boquita!

La Sombra del Mal dijo...

Pues la mensajería va jodia con la crisis.

Se quedará en el paro Santa????