lunes, noviembre 06, 2006

Domingo, Lunes... (5)

Sentí como si Sharon hubiera pulsado una tecla en el mando a distancia que guardó en el bolso para eliminar la fuerza de la gravedad de la sala de la televisión. De repente estaba flotando en ese espacio rodeado de otras cosas, todas las cosas de la sala, que también flotaban como en el anuncio de un licor. El aire que se respiraba era como si, por aquello de la gravedad y con ayuda del olor a almendras, una caja gigantesca de polvorones, el equivalente a lo acumulado de media en Navidad, se hubiera deshecho y hubiera esparcido su dulce contenido formando una densa tormenta de polvorones. Ví pasar mi vida en dos segundos. Bueno, toda no, joder fueron dos segundos, no dio tiempo a más.
Desperté en la cama de un hospital con una sensación de bienestar increíble. Las drogas legales que me están suministrando me proporcionan caricias que nunca antes había experimentado. Por lo que intenta decirme a gritos –mis tímpanos se convirtieron en cerumen mientras veía pasar mi vida por delante-, y con la mano dentro del pantalón, Raimundo, mi vecino el mentalista, he estado tres semanas y media en coma. Detrás de Rai puedo ver a uno de los súper sanitarios que conocí después del incendio pero no puedo oír sus sollozos, afortunadamente. Soy muy sensible, no puedo ver y oír llorar aun tío como un castillo, me dan ganas de matarle. Por lo visto tuvo que doblar turno esas tres semanas porque Sharon atropelló a su compañero en una maniobra indebida con su auto. Dobló la primera semana a la espera de la contratación de un nuevo celador pero al comprobar la dirección del centro cómo aguantaba vivo el mozo decidieron suspender la búsqueda. Durante esas jornadas interminables a los pies de mi cama y convencido como estaba de que las personas en coma pueden escuchar lo que ocurre a su alrededor, no paró de hablar ni un segundo; primero con meros formalismos del tipo es época de níscalos, o el Betis, ni con Irureta, después con más confianza y poco a poco con temas más íntimos hasta convertirme sin quererlo en su mejor amigo, y temo que en algo más. Yo no dudo que eso ocurra, lo del subconsciente en comatosos o como se llame eso, y no sé cómo funciona, pero yo estaba sordo y no me enteré de nada. Lo único que recuerdo durante esas semanas fue un sueño que se repitió varias veces, o eso creo, en el que presenciaba una procesión de Semana Santa con la única diferencia con respecto a la realidad de que el paso, el cristo o la virgen que entraba o salía de la iglesia era un tanque de guerra. Después de esta imagen la otra parte del sueño evidenciaba mi incapacidad para atraer a las mujeres, seres a los que amo.
Me traen la cuña.
Mañana me operan de los tímpanos.

2 comentarios:

Corsario con parche en el Ojo dijo...

Tengo un cacao mental, no crees que habrá un hueco en la habitación de al lado de este chico: para que me lo explique¡¡¡ no entiendo ahora porque está sordo de la explosión y ayer no. Al final de V todo era un sueño¡¡¡

Alfonso dijo...

Está sordo desde la explosión. Vale, es cierto, Murray cuenta de lo que le habló Rai durante su comatosidad, joder, una licencia sin importancia!